Un ejemplo de lo que puede aportar para un negocio de restauración un buen parque infantil: diversión, atracción y seguridad. En este merendero con vistas al Cantábrico se instalaron dos zonas: para los niños más pequeños y para los más mayores, con toboganes, trepadores y columpios sobre 185 m2 de suelo continuo de goma y su correspondiente señalización.